Cuando nos borre el recuerdo, cuando solo seamos polvo y ceniza, seguiremos juntos. Por que juntos respiramos el mismo aliento, juntos esperamos el caer de la noche. Juntos vimos en el otro lo mejor y lo peor. Juntos crecimos y nos consolamos por que nos hacíamos mayores y ya no creías en las promesas del mañana.
Paso el tiempo y nos distanciamos. Cada uno eligió su camino, pero mirando de reojo por si entre las sombras entreveíamos la silueta de un recuerdo. Éramos recuerdos vivos que nos cruzábamos e intercambiábamos saludos corteses, unas pocas palabras o un simple gesto. Saludos que nos dejaban el regusto amargo de la pérdida.
Al fin ocurrió que una noche nos vimos y hablamos del pasado. Hablamos de los juegos de niños y de los problemas de cuando nos creíamos mayores, del tiempo que pasa y de la vida que pesa cada vez más. Nos contamos nuestros secretos como si los años no hubieran pasado. Nuestros caminos no se juntaron, pero al menos podíamos dar un rodeo y cruzarnos de vez en cuando.
Pero ahora te has ido y ya no me queda la esperanza de verte en el siguiente recodo del camino. Ya no quedan más copas con regusto de melancolía, no hay nuevos secretos ni travesuras. Ya no estas y como no podía ser de otra manera te has ido faltando a una promesa. Tal vez por las muchas que te hicieron y jamás cumplieron.
Y aquí me quedo pensando en todo lo que fue y no debió ser en lo que debió ser y nunca pasó. Pensando en los sueños que se rompen. Pensando que te echo de menos.